15.8.06

Sobre la MAGIA NEGRA...

LOS MAGOS NEGROS... Hemos llegado a un punto de nuestra historia mundial en que la ignorancia es criminal y merece el más severo castigo. La ignorancia no es magia negra, pero constituye actualmente el mejor aliado del mago negro. La gente que no conoce nada mejor está constantemente entorpeciendo el trabajo de los demás y ese es el fruto de su indolencia. Cuando intentamos violar las leyes de la Naturaleza, quebrantamos nuestro cuerpo y ponemos negativa nuestra conciencia, abriendo aquellos centros de nuestro ser que nos exponen a ser influidos y a veces obsesionados por las fuerzas negras. Esto constituye un crimen casi tan grande como el ejercer uno mismo la magia negra. El hombre debe comprender que no es posible ningún compromiso entre el mal y el bien; o está de un lado o del otro, y cuando aparece la duda, debe considerarse que está del lado negro, porque la misma duda es un atributo de Saturno (Satanás). Los que no luchan por lo superior participan de lo inferior. El Poder Demoníaco de los Antiguos Estudiemos ahora esas extrañas criaturas que pueblan otros planos de existencia, que algunos consideran como almas condenadas por la presente oleada de vida y a las cuales movilizan los magos negros en sus conjuros. Muchos de los ocultistas de épocas pretéritas han forzado a estos elementales y espíritus de la Naturaleza a servirlos, como en los días de la inmensa Atlántida. Sin embargo, el auténtico mago negro no actuará en los éteres en los que se ambientan los elementales etéricos, sino que lo hará con entidades que habitan en la luz astral o magnetismo animal de los subplanos inferiores del plano astral. El verdadero mago negro puede llegar a ser (y generalmente lo es), un clarividente, pero nunca podrá ir más allá del mundo astral. Está encadenado a este plano por sus pasiones, sus odios, sus encantamientos y su naturaleza animal, que es la base de la magia negra. Los antiguos enseñaban que existía toda una jerarquía de demonios para cada uno de los pecados del hombre y que en la mayoría de los casos, son la encarnación de esos pecados. De esto puede comprenderse cómo el hombre puede crear, en los subplanos inferiores del plano astral, extrañas entidades, algunas semejantes a seres humanos degenerados, mientras que otras tienen configuración animal, aspecto de lagartos, serpientes, y otros reptiles. El poder del mago negro consiste en su capacidad de gobernar a todas estas entidades desalmadas que, si bien no están individualizadas, ejercen un tremendo influjo sobre sus propias esencias, así como en el ámbito de la Naturaleza y sobre los individuos. Es muy difícil que lleguemos a darnos cuenta que nuestras pasiones y nuestras antipatías son capaces de engendrar a esos seres demoníacos en los mundos suprafísicos, y éste es precisamente uno de los secretos básicos de la magia negra. Todo mal pensamiento o baja emoción facilita el nacimiento de esas lastimosas y sumisas criaturas, cuyas cualidades intrínsecas, en manos de quien sepa manipularlas, se convierten en agentes destructores de los poderes de la luz, y es parte del plan el que aquellos que conjuran bajo su mandato a esos engendros caigan, a su vez, víctimas de quienes antes eran sus esclavos. Los magos negros, uno tras otro, son tragados por el Maelstrom del infierno astral. Los subplanos inferiores del plano astral son los tres infiernos de la religión, y constituyen los dominios donde viven aquellos seres surgidos de los excesos pasionales y que se combaten unos a otros con indeclinable furia. El mago negro, convertido en canal consciente para esas fuerzas, precipita sobre el mundo un flujo infernal de demonios, y al hacerlo, enajena su propia alma, porque tales fuerzas deben pasar a través de su propio cuerpo astral, y ese es el precio que paga a cambio del dominio sobre sus semejantes que dichos demonios les permiten ejercer. E1 poder de tales elementales es prácticamente ilimitado, y existen muchas almas depravadas que se avienen a malbaratar sus espíritus inmortales a cambio del dominio que dichos demonios les dan sobre el mundo material. Hay dos clases de magos negros: 1°) aquellos que utilizan a los demonios del plano astral para sus fechorías y a los que invocan mediante prácticas necrománticas y conjuros; 2°) los que engendran sus propios demonios y los precipitan sobre el mundo. Los del primer grupo son los que perjudican más al mundo, mientras que los del segundo son los que más se dañan a sí mismos. El primer grupo está integrado en su mayoría por magos negros conscientes, mientras que hay muchos en el segundo grupo que ignoran por completo qué es lo que están haciendo. Algunos no comprenden su gran error hasta que los demonios que han creado se vuelven contra ellos. E1 mago blanco no utiliza ninguno de los poderes del mundo animal en su actuación, trabajando, por el contrario, en transmutar los aspectos animales de su naturaleza en más sutiles y superiores cualidades. E1 mago blanco emplea en su trabajo exclusivamente la materia de los subplanos más sutiles de los planos elementales. El mago blanco es un constructor, no un destructor, y se afana más en liberar que en dominar a sus semejantes. El mago blanco ha dedicado su alma a la luz inmortal, mientras que el mago negro ha vendido la suya por gloria perecedera. Los “grimoires” de la Edad Media están llenos de cánticos y hechizos para la invocación de los espíritus y la historia abunda con relatos de magia negra, pero el estudiante de la ciencia oculta nada tiene que hacer con todo esto aparte de protegerse de ello. Investigación Espiritual No experimentéis. En el terreno espiritual la mera experimentación es a menudo fatal, y muchos son los estudiantes que han ido a parar prematuramente a la tumba, o a los asilos de enfermos mentales, o que han quedado obsesados durante sus indebidos ensayos. Apartaos del fenomenalismo; para el verdadero estudiante nada valedero hay en él. El estudiante sincero no busca la salvación por los ojos, sino a través de su alma. El fenomenalismo no requiere la participación del aspecto superior del ser, sino que, a lo sumo sólo sirve para satisfacer la mera curiosidad. Hoy, como ayer, será rara la vez que se pida la salvación del alma, mientras que lo usual es que se reclame la realización de “milagros”. ¿Nunca habéis experimentado la sensación de que alguien a quien encontráis tiene algo de maligno?. ¿Nunca habéis sentido una extraña repulsión por alguien?. Ello se debe a los elementales y formas mentales que pueblan el aura de la persona en cuestión; si poseéis dentro de vosotros mismos cualidades similares, atraeréis dichas entidades y se os adherirán como sanguijuelas. A menudo, cuando la gente sale de una sesión mediumnística, acarrea consigo docenas de esas formas endemoniadas, que penetran en su organismo cuando cesa el control de la voluntad al ponerse negativos y receptivos, lo que equivale a franquearles la puerta. Otras entidades, al no poder penetrar por el momento, en el aura de una persona positiva, seguirán rondando a su alrededor a la espera de una oportunidad; en la primera ocasión en que pierden su calma o cometan una mala acción, la puerta ha quedado abierta y los elementales se introducen a través de ella. Si alguna de estas entidades fuese vista en el plano físico por alguien, se espantaría hasta morir, pero como no ocurre así, el infortunado no la ve y no se preocupa por su existencia. Sería muy prudente que la gente tuviese en cuenta esto y considerara que la mejor manera de no nutrirlas es hollar el Sendero Blanco. Estos demonios deberán sucumbir por hambre, toda pasión deberá transmutarse en compasión y el mago negro expuesto a la luz de la verdad para que la ley se cumpla: Ve y trabaja en la viña, en el nombre de Jesucristo, Nuestro Señor Las leyes de la Naturaleza no obedecen al hombre. No conocen ni la virtud ni el pecado. A semejanza de los Cíclopes griegos, de un solo ojo, son gigantes que cumplen con su prefijado propósito, sin inmutarse por el buen o mal uso de su poder. El sabio se sujeta a las leyes de la energía que está empleando y con ello hace que accedan a trabajar para él. Pero en cuanto quebranta las leyes que gobiernan las energías que está controlando, se volverán contra él y lo destruirán sin discriminación ni escrúpulo alguno. De acuerdo con la Sabiduría Antigua, el hombre permanece en el mundo físico por aproximadamente ochocientas vidas terrestres, durante las cuales pasa por una infinita diversidad de formas humanas y ambientes, y aprende a dominar las diversas cualidades orgánicas de que están compuestos los vehículos físicos densos.- El hombre posee además tres cuerpos superiores, los cuales, aunque invisibles, son todopoderosos. Sin su cuerpo vital sería un mineral, porque las rocas y los metales no han individualizado ningún otro vehículo aparte de la estructura física densa. En la actualidad, los cuerpos de agua, fuego y aire se manifiestan sólo a través del organismo físico (terrestre) y en el que el elemento aire otorga el poder del pensamiento, el elemento fuego el poder de moción y emoción, y el elemento agua el poder de reproducción y crecimiento. Por lo que antecede se observa que, si bien no son percibidos, hay manifestaciones y funciones que atestiguan el poder de la parte invisible de la constitución del hombre. El mago blanco consagra su vida al estudio, a la meditación y al servicio, a fin de conocer las leyes de las fuerzas y dirigirlas hacia objetivos señalados. Se adapta al Plan, integra su divino ritmo sacrificándose a sí mismo y abdicando sus deseos se somete a la voluntad del Infinito, pidiendo tan sólo se le indique cuál es su deber y cómo ser más útil para el mayor número. Por el contrario, el mago negro se encierra en su creencia de que sabe bien lo que necesita, cuando en realidad sólo sabe lo que desea. Trata de amoldar el Plan a sus propios deseos. Está convencido de que el Universo entero espera que él sobresalga de entre todos sus semejantes, cuando en realidad el Todo Cósmico ignora que existe aparte de su papel de mero átomo que marcha junto a miríadas de otros análogos hacia un fin señalado. El mago blanco procura lograr control sobre sí mismo; el mago negro trata de obtenerlo sobre los demás. El hombre posee cuatro centros de conciencia, cuatro puntos de partida concretos para consagrarse a la conquista de la realidad: su mente, su corazón, su vitalidad y su cuerpo físico. Un hombre podría ser obligado a servir a otro si éste pudiera lograr, temporaria o permanentemente, dominio sobre alguno de esos cuatro centros. El dominar el cuerpo físico de otro es convertirlo en esclavo. El ejercer dominio sobre su cuerpo vital es robarle su vitalidad como en el vampirismo, en el que un individuo extrae la esencia vital de otro. Un ejemplo común es el que ofrecen los jóvenes que conviven con ancianos. La radiante energía de los niños es compartida por los ancianos, y como consecuencia, los niños son nerviosos y raramente fuertes. Otro ejemplo del control del sistema vital es el caso de la mediumnidad, en el que espíritus desencarnados extraen el ectoplasma del bazo del médium para conseguir materializarse, lo cual se traduce en agotamiento, tanto físico como nervioso, del médium, porque ha entregado su propia vitalidad como vehículo para el agente externo. El cuerpo astral es dominado mediante los excesos emocionales, tales como el frenesí religioso, el dolor, el temor o el odio. Cuando alguien se da cuenta de que puede influir sobre otros cuando su razonamiento está obstaculizado por un exceso emocional, y si además procura despertar esos excesos con la finalidad de dominar a otros, esa mente instigadora es un mago negro. El irradiar hacia otros amor, odio o sentimientos similares, para despertar en ellos emociones análogas con fines egoístas o personales, también es magia negra. Ningún enfermo recuperará su salud por el mero hecho de quejarse; deberá asimilar la lección implícita en la enfermedad que él mismo se ha acarreado. Simplemente afirmar de palabra la salud es una tontería. Lo adecuado y sabio es investigar las causas que lo afligen, contrarrestarlas y recuperar la salud. Nunca podremos decir por qué las almas encarnan siguiendo un destino de pobreza o riqueza, por qué algunas crecen fuertes y sobreviven y otras sucumben; pero lo que sí podemos afirmar es que la ley de Karma rige todas esas cosas, la cual ubica a cada vida en el lugar preciso para mejor aprender la lección que la hará crecer. Algunas deben aprender en el dolor y la enfermedad; otras en la alegría y el gozo; algunas han de aprender a ser exaltadas, otras a humillarse; pero todas están aquí para salvar sus almas con el sudor de su frente, a amasar el pan de su propia existencia, aunque tengan que hacerlo con su propia sangre. Cuando roguemos al Padre Infinito que nos conceda aquellos beneficios de que carecemos o que enderece los tortuosos caminos por los que andamos, agreguemos siempre a nuestra larga lista de deseos, esta afirmación: "Señor, que estos deseos me sean concedidos si es que han de ser lo mejor para mí, si no, que se haga tu voluntad y no la mía”. Subordinemos siempre el logro de nuestros deseos personales, con gran deferencia, a la Voluntad Divina, que es la única que obra con perfecta exactitud. Cuando el hombre cambia su vida diaria de servicio por atajos mentales y trata de justificar sus vicios en lugar de dominarlos, es que ya está cayendo bajo el dominio de la magia negra, sutil poder que nutre lo peor de él. La gente siempre trata de esquivar las dificultades en lugar de superarlas. El resultado siempre será fatal, porque el problema evadido será constantemente un problema ingobernable. Rodeando el cuerpo físico sigue la “armadura de enfermedad”, llamada aura vital, representada por un área cuadriculada debido al entrecruzamiento e interpenetración de los dos éteres superiores con los dos éteres inferiores. Bajo condiciones normales, este cuerpo etérico o vital se irradia a través de los poros de la piel en forma análoga a un forro de fina piel que se extiende varias pulgadas hacia afuera del cuerpo físico. El ocultismo enseña que los gérmenes son más astrales y suprafísicos que físicos; mientras el aura vital irradie desde el cuerpo, protege al hombre de malas influencias y fuerzas negativas de los mundos físico y etérico. Si decae, se debilita o su fuerza vital disminuye, esta aura vital pierde su poder y ello permite a miles de influencias externas abatir su fuerza y su valor; resultando de ello que penetran los elementos de la enfermedad y el resultado a menudo es fatal. En un punto entre las cejas, en la frente, se localiza la conciencia humana, en el lugar sagrado de Su tabernáculo, entronizada entre los globos que forman Sus cuerpos. El hombre con sus acciones, desarrolla gradualmente sus posibilidades latentes en el cuerpo físico. Mediante la preservación de su energía, desarrolla progresivamente los centros de fuerza de la conciencia vital, lo cual sólo se alcanza con un vivir inteligente, porque la vitalidad se extrae de la atmósfera, de los rayos del sol, de nuestro alimento ordinario y de otras fuentes. Después de una gradual purificación y regeneración de sus emociones y sentimientos - control de sus cuerpos ardientes, con sus explosiones y excesos - el hombre alcanza poco a poco las alturas vibratorias del cuerpo astral y desarrolla sus posibilidades latentes, redimiendo así su alma animal. Con sus pensamientos, ideales y aspiraciones, auxiliado por las facultades gemelas de lógica y razón, el hombre conquista paulatinamente el control de aquel brillante vértice mental que habrá de ponerlo en armonía con la mente divina del Dios solar. (Extraido de "Magia, un Tratado sobre Ocultimo Natural " de Manly Palmer Hall.-)